Me gustaría ser una persona sensata, de verdad, me gustaría mucho ser una persona sensata. El tipo de persona capaz de valorar en su justa medida cada situación por la que pasa, capaz de reaccionar en el punto justo, del modo justo, con la pizca exacta de emoción, con la parte justa de razón, la ecuanimidad en persona, esa me gustaría ser.
Me encantaría ser la clase de persona que sabe elegir sin ningún tipo de duda el menú para una cena formal en su casa, una mujer que sabe maquillarse para cada ocasión, un hombre que sabe si toca corbata o no en cada evento social. Alguien que sabe combinar los alimentos para dar a su familia una dieta variada, saludable y equilibrada, que sabe elegir los mejores productos del mercado, que sabe qué plan de jubilación es el mejor y se las arregla para pagarlo todos los meses.
Quisiera ser una de esas personas capaces de establecer objetivos a largo plazo y dar los pasos, infinitos, aburridos, inacabables pasos para conseguir llegar a donde quieren ir. Incluso me gustaría ser una persona que sabe dónde quiere ir, eso sería genial!
Me gustaría que la gente me consultara cualquier cosa por considerarme una persona sensata...bueno, eso ya me ocurre, y no lo entiendo muy bien, debe ser que tengo el caparazón de las personas sensatas aunque tenga el interior de alguien mucho más perdido, más loco, más emocional, ingenuo e infantil, una especie de cangrejo con alma de medusa. Pero quizá tengo esperanza, ¿no?, por lo menos por fuera parezco sensata y la gente suele quedarse con la apariencia de las cosas más que con su esencia real así que me preguntan por menús, corbatas, objetivos, precios del mercado de valores y del mercado de abastos y yo me pongo contenta porque durante un ratito pequeño puedo fingir que soy sensata, que la sensatez es lo mío, que nací para esto, durante un ratito puedo imaginar otra vida más serena, más tranquila, más plana, más...normal. Durante un ratito puedo fingir que no soy yo, descansar de mí para volver luego a mi montaña rusa particular con renovadas fuerzas, con más risa, más ideas, más dolores, más emoción, más yo. Porque no sé ser otra cosa más que yo. Y yo, qué le vamos a hacer, no soy sensata.
Quizas sea mejor ser una optimista loca antes que una pesimista sensata, Quien sabe...
ResponderEliminarUn abrazo.
Seguro. Pero ¿no existe la opción de sensata optimista? ¿o como está el mundo es imposible?
ResponderEliminar¿Cuando estuvo el mundo mejor?, por supuesto que podría estar mejor, pero hoy esta mejor que nunca..............eso es seguro. Nunca hubo menos hambre, nunca hubo menos guerras, nunca hubo menos analfabetismo, nunca hubo menos dolor, aunque de todo esto sigue habiendo mucho, pero mucho menos que en cualquier época anterior.
ResponderEliminarQuizás sea un tema de memoria, o quizás queremos convencernos que siempre todo va a peor, es una buena forma de jugar a ser victimas de todo. Imagino que paso en todas las épocas.
Esa parte es la principal diferencia entre un optimista y un pesimista radica en el enfoque con que se aprecian las cosas, empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo.
El optimista supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades. La diferencia es mínima pero tan significativa que nos invita a cambiar nuestra actitud hacia la consecución de ese valor.
Por supuesto que existe esa opción....
Un abrazo.
En realidad cualquier opción es válida, y cualquiera es posible, somos todos tan iguales y tan distintos y nuestros caminos tan personales que quizá a algunos inocentes les venga bien un poco de pesimismo realista, y a los pesimistas recalcitrantes un poco de viaje a zonas menos favorecidas que la suya...y a otros les hará falta descanso, y a otros acción, y a otros risa, y a otros llanto, y a otros...
ResponderEliminarSomos diferentes, tú y yo miramos diferente. Yo puedo encontrar la belleza en aspectos de este mundo que quizás tú ignoras.
ResponderEliminarNo puedo explicar a todos la belleza que puede haber detrás de la textura de una piedra, el placer de recoger una hojita tirada en un charco, o de simplemente observar como flota, como navega.
Muchos se pierden en el sentido global de la realidad, son incapaces de ver la multitud de pequeñas partes que la componen.
A muchos les hace falta SENTIR, y eso no es sentir.
Seguro que miramos diferente y eso está bien, hace la vida muy interesante: tú me cuentas lo que ves, yo te cuento lo que veo. Pero luego habrá lugares a lo que no pueda seguirte, y espacios a los que no puedas seguirme tú. A veces la cuestión es sentir poco, a veces es sentir demasiado, y casi siempre la cuestión tiene que ver con el miedo.
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