jueves, 22 de julio de 2010

Piedra

Todos llevamos dentro nuestro un saboteador, alguien que mira a través de nuestros ojos, que camina nuestros pasos, que ríe nuestra risa. Alguien que se peina como nosotros pero no es nosotros, alguien que saborea nuestra comida aunque no sea nuestra intención alimentarlo. Alguien que navega en nuestra sangre, que se esconde en nuestros huesos, nuestros músculos, nuestras células.

Ese alguien que vive en nuestra piel sabe cuales son las palabras que nos dejarán quietos, inmóviles como estatuas, dejándonos cagar por las palomas sin una sola queja, diciéndonos que eso es lo que hacen las personas sensatas, mirar pasar la vida, intervenir lo mínimo, seguir los caminos conocidos, las rutas marcadas. Cada uno de nosotros lleva dentro un saboteador que nos habla con las palabras del miedo, que nos pone trabas disfrazadas de sentido común, que nos ata de manos y pies para ofrecernos en sacrificio a la muerte. Todos tenemos dentro alguien que nos conoce tan bien, que se parece tanto a nosotros, que se nos vuelve invisible, confundido en nuestras propias razones, nuestros latidos, nuestras caricias, nuestros abrazos, nuestras canciones.

Y así pasa el tiempo cargado de proyectos, de anhelos, de sueños arrugados y marchitos, de viajes no emprendidos, así pasa la vida delante nuestro en un suspiro mientras ese traidor que vive en nuestro aliento nos asegura que "mañana, mañana tendrás tiempo", nos canta sus conjuros, para cada uno uno distinto, pues nos conoce tan bien que sabe dónde darnos, qué contarnos, de qué modo asustarnos para tenernos tranquilos y callados, aterrados quizá porque no somos tontos, pero colocados en nuestro sitio, el mismo sitio, el mismo lugar de siempre.

Abre los ojos, está ahí dentro, en tu propia mirada. Abre los ojos.

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