Todo va bien cuando tengo que trabajar. Cuando trabajo no hay nada que pensar, hay que actuar y punto. Mucho mejor si es contra reloj porque entonces la cosa deja de ser rutinaria para producirte un subidón de adrenalina: ¿lo conseguiré o es demasiado tarde? Quizá por eso tiendo a dejarlo todo para el último momento, para sentir intensidad...o quizá tan sólo es que soy una vaga!
Pero cuando la tarea termina, cuando no es urgente, me invade el desasosiego, no sé qué hacer y, claro, lo primero que se me ocurre es meterme en internet a perder el tiempo con alguna de mis series, o buscando datos sobre los protas de mis series. Pero he prometido no hacerlo y estoy intentando cumplirlo a trancas y barrancas. La cuestión es que cuando me prohibo a mí misma entrar en internet me invade un desasosiego extremo, casi pánico, como si fuera a perderme algo vital si no entro, como si entrara en el vacío y me cayera por un precipicio. ¡Coño, ¿cómo pueden los yonkis dejarlo?!!! Si esto no tiene ningún tipo de enganche físico! (o al menos eso se supone, aunque yo sospecho que cuando uno se engancha a algo aunque no sea químico, se debe liberar algún tipo de sustancia en el cerebro a la que nos hacemos adictos). Con razón los que lo dejan piensan de sí mismos que son héroes. Es cierto, lo son.
Cuando me digo a mí mismo que no, que no voy a entrar, empiezan a desfilar por mi cabeza multitud de imágenes de lo que podría ver, de lo que me estoy perdiendo, de lo divertido que sería ver algo en concreto, de lo que sentía cuando lo veía. Son imágenes potentes (para algo soy una profesional de la imaginación!) y me pongo nerviosa. Mi cabeza empieza con cantos de sirena: "no pasa nada" "¿qué tiene de malo?" "Es sólo un poquito y ya"...Frente a todas estas imágenes que me invaden no se me ocurren alternativas, y las que se me ocurren o son poco factibles o no parecen nada apetecibles. Por ejemplo: el otro día decidí en uno de estos momentos ponerme a estudiar chelo pero con los nervios que tenía encima era imposible concentrarme. Perseveré un poco por aquello del desafío en el que me he metido pero no fue un estudio muy productivo, la verdad.
A veces este blog es el que me salva, al fin y al cabo es algo de internet, aunque no algo de series ni libros...Por cierto, he de confesaos que hay un lugar al que siempre voy con libro aunque os haya dicho que no iba a leer más que a la hora de acostarme: el baño. ¿Cómo voy a entrar al baño sin libro? ¿Qué hago? ¿Mirar a la pared? ¿Alguno de vosotros entra sin lectura? ¿Y a qué se dedica, aparte de a lo obvio? Bueno, yo de pequeña me inventaba historias con los dibujitos de la cortina de baño pero ahora tengo mampara transparente. Lo gracioso es que de repente me descubro haciendo trampa y quedándome allí sentada leyendo hasta que se me duermen las piernas! ¡Las trampas acechan por todas partes!
A veces también me digo que, si he acabado de trabajar y no tengo nada pendiente, no hago daño a nadie viendo un poquito de algo. Y es cierto, no pasa nada. Lo único es que se desvirtúa este experimento, que consiste en averiguar qué pasa cuando no haces esas cosas a las que estás acostumbrado y que te sirven para evadirte.¿Se descubre algo? ¿Hay diferentes modos de vivir el presente? ¿Toda actividad vale lo mismo que otra? ¿Cuándo es evasión y cuándo ocupar tu tiempo?...
Eso sí: estoy haciendo más comidas y más cenas que en toda mi vida!!!!
Os dejo, a ver como van mis patatas al horno y el arroz con leche y a ver si ahora consigo domesticar mi violonchelo.
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