Pues sí, pues sí. Ayer no escribí porque la fastidie completa. Verás: la noche anterior vi el final de una de esas series que seguía, un final estremecedor, así que, al día siguiente no pude evitar (qué bonito decirlo así!) entrar en la red y volver a verlo en castellano, en inglés, y cada detalle de la interpretación de los actores, y comentarios, etc,etc.,etc...
Pero seré justa conmigo por una vez y sin que sirva de precedente: ayes pasó eso y dejé de escribir porque el martes me pasaron cosas, cosas que no vienen al caso pero que me pasaron. No te puedes imaginar lo que me está costando escribir en el blog porque de lo que realmente tengo ganas es de mandarlo todo a la mierda. ¿Sabes esa sensación cuando recibes un golpe que no esperas y que por eso duele más? Me refiero a ese tipo de golpe después del cual lo que quieres, lo que necesitas, es meterte en la cama y dormir o, si viviéramos en un mundo ideal, que tu madre te trajera un caldito de pollo como si estuvieras malita. Por eso el martes fue duro y difícil y por eso caí el miércoles, cuando ya no tenía aparentemente tanta tristeza.
Claro, claro, una no puede ir por el mundo excusándose porque siempre habrá situaciones, ocasiones en que lo sencillo sea dejarse caer, volver a lo mismo, repetir los mismos errores. Pero no es lo mismo luchar con todas tus energías que haber perdido muchas de ellas en un conflicto del que no tienes la llave.
En fin, besitos a todos los que andáis a la deriva como yo...y a los que tenéis mapa también.
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