jueves, 5 de mayo de 2011

Andén 9 y medio.

¿Qué pasa si, como Harry Potter, decides creer que existe el andén 9 ½? ¿Qué pasa si decides que lo visible es sólo un porcentaje ínfimo de lo que existe, que, como dijo Shakespeare, “hay más cosas en el mundo de las que sueña tu filosofía”? ¿Y si además decides que puedes acceder a ellas, verlas, reconocerlas, nombrarlas, leerlas? Cuando me imagino diciendo “sí”, dando este paso sin retorno, tengo una clara sensación de alivio, de haber vuelto a casa, de haber colocado algo en su lugar. También siento euforia por el infinito mar de posibilidades que se abre delante de mí y, si, el miedo corriendo como culebrillas por las cañas de mis huesos.

No me asusta tanto el lugar al que pueda acabar llegando como que ese lugar esté demasiado lejos de la casa que habitan lo míos.¿Se puede vivir simultáneamente en dos sitios a la vez? ¿Se puede velar la mirada cuando quieres? ¿Se puede construir un disfraz que disimule los tentáculos, los ojos nuevos y los dedos largos? ¿O seguir viéndolo todo pero aprender a no contarlo, para estar cerca de quien te quiere, para no perderlos en un viaje alucinante de arquitecturas invisibles?

También me asusta un poco el viaje en sí, los posibles escollos, las revueltas del camino, la amnesia en medio de un paisaje demasiado parecido al cotidiano, el monstruo concebido sólo para mí que, seguro, me espera en alguna vereda solitaria. Me asusta sobre todo perder la brújula que llevo dentro, una como la que tienes tú y que a mí me indica qué pistas son ciertas y cuales son inventos, que me dice por donde va mi camino, que me muestra las trampas que yo misma me construyo con ayuda de los otros.

Si atravieso el muro corriendo con mis cosas a cuestas para llegar al andén 9 1/2 , si vuelo más allá de lo permitido por las normas internacionales de navegación, si decido abrir dos ojos en mis manos para verlo todo ¿podré llevar a los míos conmigo? ¿Quién se quedará por el camino? ¿Podré seguir pareciendo yo aunque sea otra con más extremidades, más bocas, más aberturas hacia lo infinito? ¿Asustaré a la gente con mi nuevo aspecto? ¿Alcanzaré un nuevo mundo a costa de perder el otro, el que tuve siempre? Pero nada de esto puede ser contestado si no me pongo en camino así que allá vamos, que la suerte me acompañe.

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