domingo, 22 de julio de 2012

Disyuntiva

No sé cómo hacerlo: no quiero vivir en esta zozobra continua que nos imponen los medios de comunicación y las altas finanzas, hablándonos en lenguajes arcanos de cosas que no entendemos, destilándonos el miedo en las venas gota gota, obligándonos a deshojar la esperanza hasta quedar con las manos vacías. No me gusta este sambenito que me cae del cielo de los ricos, que lo tienen, que siempre lo han tenido todo, contándome lo derrochadora que he sido, lo mal que me he portado, lo profundamente culpable que soy de todos los males que ellos solos han provocado. No quiero tampoco pasarme el día apuntando agravios, comparando mi desgracia con sus bonanzas, teniendo en los dientes estas ganas asesinas de desgarrar gargantas, de escupir insultos, estas ganas de hacer daño y de reirme con sus lágrimas. 

 Así que se me ocurre que la solución consiste en dejar de escucharlos, vivir mi propia vida, más pequeña, mas blandita, más amigable y certera, donde habitan los míos, donde puedo hacer algo para ser mejor persona, donde puedo cultivar los sueños,, esa en la que las palabras significan, esa que está llena de gestos para recordar, de cosas tangibles que no cuestan nada (la brisa en la cara, el brillo del mar, la rodaja de melón fresquita, la languidez del cuerpo tras la siesta...), la vida real en suma. 

 Pero si no escucho sus conjuros para helarme los huesos, ¿no les estoy dejando vía libre? ¿No dimito de mi poder, si es que alguno tengo, para dejarles hacer a sus anchas? Si no me informo- ¿Y cómo se informa uno si los propios medios les pertenecen?- ¿cómo programar mis movimientos para entorpecer los suyos? ¿Cómo puedo hacer fuerza sin perder la humanidad? Porque me parece que esa es su batalla, convertirnos en animales asustados, aterrorizarnos tanto que no sepamos donde ir, que nos demos contra las paredes en una carrera ciega de miedo. Nos quieren asustados, cabreados incluso, para que les demos las razones que les faltan para encarcelarnos, para acallar nuestras verdades. Así que no sé que hacer: no puedo vivir sus caminos, no puedo encerrarme en mi torre de cristal. ¿Alguna sugerencia?

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