jueves, 24 de noviembre de 2011

Temptation, Tom Waits

Vas pasando de una página a otra, pones un grupo de palabras en el buscador y rastreas imágenes, y como en un collar de perlas falsas una te va llevando a otra y la mayoría no valen nada, hay personas detrás de cada una pero todas se parecen. De vez en cuando surge algo que resuena contigo, parece que por un instante alzas el vuelo, pero es mentira, apenas un extrasístole que suspende tu respiración por un momento para devolverte luego a la monotonía cotidiana.

Hay mucho en inglés y descubres de repente que no tienes paciencia para intentar saber porque tu búsqueda es urgente, no permite costosas traducciones de conceptos que posiblemente no te lleven a ningún lugar. Buscas, buscas, buscas sin encontrar nada, observas, indagas, buceas, te desesperas. Te deshaces de la inquietud que anida entre tus piernas activando la navegación privada que impedirá que nadie te rastree. Pero después de la invisibilidad provocada sigue sin haber nada, no has encontrado nada, ni siquiera la calma.

Y es que estás buscando donde no toca, el mundo entero está ahí dentro pero no se puede sentir, no hay hallazgo si no hay un hilo conductos, un mapa precario, una leve idea del lugar en el que te gustaría estar. La red es inmensa pero solo sirve para perderse más cuando no se encuentra el camino.

Y entonces apareces.

Y si pudiera te haría carne aquí mismo para tenerte dominado, crearía en mi propio sótano este mundo que intento inventar navegando por la nada, sacaría del vacío unas cadenas con que mantenerte quieto, pasaría la lengua por mis propios labios mientras te miro intentando decidir qué hacer contigo, anticipándome al placer de saberte mío. Quizá. porque eres un invento mío y solo mío, podría convencerte para que bailaras bien pegado conmigo esta canción de Tom Waits que suena incansable en mi equipo, la canción que alimenta mi desasosiego, la que me acompaña en mi búsqueda estéril por los espacios infinitos.

Porque quizá solo quiera esto, un abrazo, un baile pegado, un pecho masculino donde escuchar un corazón latiendo en calma, y el calor de tu piel y tu sangre, y la posibilidad de tu semen, el regalo de cerrar los ojos y saberme en casa, de poderme dejar llevar por este cuerpo que arrastro y que hoy no sabe dónde sentarse.

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