sábado, 28 de agosto de 2010

Riesgo

Acabo de hacer una cosa muy arriesgada, he corrido un riesgo tan grande que todavía tengo el estómago revuelto y la adrenalina corriendo por mis venas. Pero no me he tirado en parapente ni he hecho puenting, no he pilotado un ferrari por ninguna pista de alquiler ni he intentado domar un tigre. Tampoco he robado unas bragas en unos grandes almacenes ni me he ido sin pagar de ningún bar. Ni siquiera me he acercado a un hombre hermoso para hacerle proposiciones más o menos deshonestas. Realmente no importa qué es lo que he hecho, lo relevante es que para mí era un riesgo enorme. Y resulta curioso constatar que para cada uno de nosotros lo arriesgado se situa en diferentes lugares. Imagino que para los forofos de los parques de atracciones el Dragón Kan no tendrá secretos pero para mí es una barrera infranqueable. EStoy segura de que hay mucha gente incapaz de hacer lo que yo hago en mi trabajo, me lo dicen a menudo, y para mí es más o menos sencillo, no lo pienso y ya está. Otros viven del riesgo calculado, un riesgo muy variable que puede tener que ver con la integridad física o con la intelectual, eso no importa. Lo maravilloso, y lo aterrador si te paras a pensarlo es que en el fondo cualquier cosa, cualquer situación puede convertirse en algo muy arriesgado para alguien.

Estoy segura de que para muchas personas lo que yo he hecho hoy es su pan de cada día, lo tienen asumido y superado, pero esta es mi lucha particular.Todos batallamos con muchas cosas en nuestras cabezas, límites que no hemos elegido pero están, muros instalados en nuestras vidas, en el interior de nuestra mente, que nos impiden hacer ciertas cosas, abordar ciertos desafíos.

Es sorprendente que esos precipicios de algunos sean para otros míseras piedrecitas en el camino, o mucho mejor, veredas llanas bordeadas de árboles donde pasear tranquilos. ¿Qué te da miedo? ¿El ridículo? ¿La exposición a la mirada de los otros? ¿Su juicio? ¿O te da miedo lo de siempre, que no te quieran? ¿O es la muerte lo que te asusta? Todos estos miedos a veces se concretan en cosas muy tontas (atreverte a coger una moto, o hacer rafting, o bailar tangos, o escribir una carta, o recitar una poesía, o dar una charla, o subir a la montaña rusa, o decirle a alguien que le dejas, o le quieres, o quieres más de esto, o menos de aquello).

¿Sabes? Una vez me lesioné y no pude andar como antes durante más o menos un més. Desde entonces miro a los ancianos que cojean, a la gente en silla de ruedas, a las víctimas de hemiplejias que aun así caminan lentamente por la calle, como a heroes. ¿Te imaginas el esfuerzo que a ellos les supone el simple hecho de decidir salir a la calle, vestirse y maquillarse para ello, caminar a trancas y barrancas, no saber hasta dónde podrán llegar, tener que medir sus fuerzas, su trayecto antes de comenzar? Lo que para cualquiera de nosotros es una actividad a la que ni prestamos atención, para ellos es una montaña, un himalaya de obstáculos informes. Pero lo hacen, se tragan su miedo, sus dudas, reunen sus fuerzas y se ponen en marcha.

Para cada uno de nosotros el desafío, el riesgo, está en un lugar diferente. Y no se pueden medir unos riesgos con otros.

2 comentarios:

  1. En los temas artísticos es muy difícil medir si ha salido o no bien. ¿Qué es bien? ¿Que guste? ¿Que lo alaben? Así que decidí empezar por el principio: atreverme a hacerlo y llegar hasta el final, acabar el trabajo y exponerlo a la opinión de otros. Hasta ahí ha salido bien. En cuanto al resto....

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