lunes, 25 de octubre de 2010

Aturullada

Quiero escribir algo, quiero escribir algo, quiero escribir porque las palabras me atacan, se me escapan de la boca, del pensamiento, de los dedos. Pero son tantas que se me aturullan, no consiguen ordenarse en algo coherente, en algo con un mínimo interés, en algo, aunque sea la lista de la compra.

Me siento como unan niña pequeña ante el escaparate de una juguetería, empezando a vislumbrar las maravillas que se esconden tras lo expuesto en primer plano, casi atragantándose de placer al imaginar las proezas, los tesoros que podría encontrar en las estanterías si entrara, o más bien, cuando entre.

O quizá me siento como un asalariado a final de mes ante una pastelería, con la boca hecha agua ante tanto buñuelo relleno de crema, tanto azúcar disfrazado de joya, tanta escultura en chocolate, sabiendo que por el momento son inaccesibles pero que pronto, en cuanto cobre, podrá permitirse alguna de esas delicias.

Puede que en realidad me sienta como un arquitecto primerizo con carta blanca para construir el edificio más fascinante del mundo: con dudas sobre su propia capacidad, con demasiados materiales a su disposición, tantos que algunos ni siquiera sabe para qué sirven o cómo se utilizan, pero con un entusiasmo a prueba de bomba, las energías desbordadas, imposible dormir de noche.

O más bien me siento como el que está a punto de saltar por un puente con una goma atada a los tobillos: expectante, nervioso, con la adrenalina disparada, con el secreto temor de que luego la experiencia no esté a la altura de lo imaginado...o peor, que sea él quien no esté a la altura del momento.

Ahí delante hay un mundo por descubrir, y no tengo paciencia para recorrerlo despacio...pero no hay otro modo de hacerlo.Habrá que respirar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario