viernes, 5 de noviembre de 2010

Sangre

Hay cosas que un adulto no debe decir, cosas que un adulto no dice nunca, cosas prohibidas por tu propio corazón, por tu propia razón, por tu boca, tus pupilas, tu propia lengua. Hay palabras de cristal que deben permanecer en la penumbra, escondidas entre tu sangre y tus entrañas, revueltas con tus fluidos y tus miserias. Invisibles y en silencio.

Hay ideas de vidrio, pequeñas ideas de vidrio y llanto de las que no hablarás porque te avergüenza tenerlas, porque preferirías que no estuvieran donde están, en el interior de tus propias células, en tu esencia misma, en el fondo de tus iris. Si por ti fuera, si tu pudieras, si supieras extirparlas para no mirar lo que daña los ojos, para poder tatuar la sonrisa perfecta en el rostro, para pasear liviano por la vida y la memoria...

Y miras tus manos y no las conoces, tocan, están tocando teclas, y recuerdos, y porquerías pestilentes, y se desplazan sin que tu puedas pararlas, porque ellas dicen la verdad, dicen siempre la verdad, lo quieras o no, te guste o no. ¿A quien podrías engañar si no puedes engañarte a ti? ¿A quien podrías sonreír si no puedes sonreirte a ti?

Las frases perfectas, esas que iluminan y engrandecen el mundo, que lo hacen mejor y mas hermoso. De acuerdo, son preferibles. Pero hoy no tengo de esas, hoy no tengo nada, hoy no tengo más que una canción prestada y estos dedos que escriben, que velan, que no reconozco pero me duelen.

Me descubro estúpida o, lo que es peor, ingenua como sólo debe serlo un niño. Pero no soy un niño, ya no soy un niño, ya no salto por los campos creyendo que el mundo es eterno e infinito, ya no tengo cuatro años, ya no llevo trenzas, ya no tengo osito, ya no tengo, ya no.

Pasa el tiempo, sin darte cuenta, como se comenta en el ascensor y los autobuses. Ayer fue lunes y hoy ya es viernes, de repente, sin notarlo. Pasa el tiempo, de las semanas a los años, y ya no hay nada que hacer, nada más que sentarte a esperar, o intentar coser remiendos sobre los jirones en que se han convertido tus sueños. No hay nada a que agarrarse más que el latido de tu propio corazón.

Pero no, no, no, no, no. Mejor. Hoy ,mejor, silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario