lunes, 3 de enero de 2011

Bucle

Mierda, es lo primero que se me ocurre al descubrir que de nuevo estoy aquí. Me da rabia esta capacidad que tengo de volver una y otra vez al mismo paisaje fingiendo que no sé dónde estoy o qué estoy haciendo. Una característica típicamente humana, cotidiana, frecuente en todo el mundo, lo sé. Puedo mirar al resto de la gente y casi divertirme con su torpeza pero la mía, qué quieres que te diga, no me hace ninguna gracia.

O sea, que me encuentro en Bollullo del Condado y pretendo estar en otro sitio, pero me dedico a estar en medio de la plaza del pueblo dándole vueltas al mapa, confusa, sin querer mirar el enorme cartel que hay en una esquina y que dice "SALIDA". ¿Y por qué? Porque si salgo de aquí tendré que ver unas cuantas cosas desagradables, la carretera de vuelta a casa es fea de cojones, hay baches, socavones en los que irremediablemente meteré el coche, me tocará empujar, rellenar los huecos de grava con la pala que llevo en el maletero, asumir que no he hecho el mantenimiento adecuado del motor y que por eso se calienta, tendré que subir montañas a veinte por hora y pasar susto bajándolas luego entre resbalones y curvas imposibles.

Sé que esto es una imagen, cabe la posibilidad de que el camino sea hermoso,de que entre tanto sobresalto pueda cazar algunas cosas dignas de ser vividas, una libélula desafiando el mundo de la realidad con su existencia, un brillo de agua entre los árboles, un hombre hermoso trabajando a un lado de la carretera, un café fragante en algún puesto del camino, una canción sorprendente en la radio del coche, un momento de paz dentro mío provocado por el movimiento...

Así que vale, estoy en un lugar conocido, haciendo algunas de las tonterías de siempre, pero puedo cambiarlo, puedo hacer algo nuevo, puedo abrir los ojos y mirar porque quizá, quizá, este sitio es sólo aparentemente el mismo, como cuando en los cuentos se te aparece una vieja repelente que te ayuda para acabar convirtiéndose ante tus ojos en un hada de belleza sobrecogedora. Vale, no pido tanto, no es cuestión de acabar en Disneylandia, sino de aprovechar la experiencia, de verla de verdad, de no vivir esto como si fuera el pasado, en cogerlo como lo que es, un momento irrepetible, un momento de cambio, un momento de lucha. Y yo he nacido para eso, para luchar, para algo soy una guerrera.

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