lunes, 17 de enero de 2011

Luz

Como en los cuentos, vive en una casona enorme en medio de un bosque umbrío, una casa llena de habitaciones y pasillos. Algunas zonas son confortables y calentitas, es donde vive casi siempre, hay otras destartaladas pero amigables y algunas definitivamente hostiles, polvorientas, inexploradas. Está segura de que hay recovecos y pasillos que sólo ha recorrido en sueños, cuando se vuelve sonámbula, y de que hay otras habitaciones a las que prefiere no volver a entrar nunca.

No sale nunca de la casa, aunque tiene ganas. Se dedica a mirar por las ventanas el paisaje dibujado más allá: las montañas lejanas y cambiantes, a veces violetas, a veces tan nítidas que se podrían tocar con la mano, a veces invisibles por la calima o la niebla; el río, audible desde la casa cuando abre las ventanas, cuyo brillo se ve entre los árboles; el camino de entrada, desdibujado por la falta de pies que lo definan, los arbustos, las flores que nacen por todas partes en primavera...

A veces se imagina caminando, alejándose de la casa con paso tranquilo para llegar hasta el río y tocar su agua, probarla para ver a qué sabe, quien la habita, o seguir caminando y caminando hasta perder la casa de vista, descubrir el mundo, mirar otras casas, otros ojos que no sean los suyos. Sabe que tiene la fuerza para hacerlo, lo nota en sus piernas y en su sexo, sabe que está rodeada de luz.

Pero cada vez que se decide, cada vez que alarga la mano hacia la puerta, una serpiente enorme amenaza con salir desde su garganta por su boca, una serpiente gris interminable que podría ahogarla sijn esfuerzo, sólo con su deslizarse por su traquea para alcanzar la salida de su cuerpo. Y cuando no es la serpiente, nota cómo la luz que la rodea se incendia, se extiende hasta lamer las paredes de la casa dejándola ciega, parece tener la potencia suficiente como para quemar el mundo entero con ella dentro. Así que deja caer la mano temblando, da la vuelta y se sienta de nuevo en su cómodo sillón frente a la ventana, imaginando que si se atreviera por fin, quizá descubriría que la serpiente sólo quiere mostrarle en camino, o que la luz lo incendia todo para volverlo nuevo y deslumbrante. Pero no está segura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario