sábado, 1 de enero de 2011

Un año que comienza

Es curioso que tantos de nosotros decidamos comenzar el nuevo año con esta sensación horrorosa de resaca en vez de intentar construir unos cimientos luminosos, frescos, livianos, para esta etapa que comienza. Ya sé que no es nuestra intención abotargarnos el uno de Enero de esta manera, no hemos planeado pasarnos el primer día del año de sofá en sofá arrastrando un cuerpo que lo único que quiere es dormir, u obligándolo a cualquiera de las comidas familiares que se celebran este día. Nos centramos más bien en la noche anterior, organizamos comilonas, fiestas, tacones y maquillaje, cotillones, bailoteos, churros con chocolate y resfriados...y el resultado final es el sabido, la resaca.

Es decir que más bien celebramos despedidas en vez de bienvenidas, o celebramos una bienvenida superficial llena de propósitos hermosos que no pensamos cumplir, imaginando por un cuarto de hora una vida diferente que no pensamos hacer realidad, una vida que durará hasta que comiencen a sonar los cuartos, decimos adiós al año que se va sin prepararnos para el que comienza.

Se me ocurre a bote pronto, quizá porque estoy con resaca, claro, que sería hermoso lo contrario, planificar una especie de entrada al nuevo periodo que no suponga este saqueo de nuestras fuerzas, de nuestra capacidad de aguante, algo que tenga más que ver con sentarse y observar, dar gracias por lo que tenemos y lo que vendrá, saludar nuestro cuerpo y a la gente que nos acompaña en el camino, inventar alguna ceremonia que nos limpie de todo lo viejo que quedó inservible, de todo lo que todavía arrastramos del año anterior y que está obsoleto, sacudirnos viejas penas, viejos rencores, viejas melancolías para dar la bienvenida al año nuevo como se merece, sin ninguna expectativa, limpio, para que todo sea posible, para que todo pueda ocurrir.

Y eso es lo que me gustaría desearte, un año enorme y abierto, un año en el que cualquier cosa sea posible, un año de olas hermosas y de viento en la cara, un año para navegar, para celebrar la vida y sus aderezos, un año para disfrutar de ese cuerpo maravilloso que te acompaña todo el tiempo, y de los cuerpos, las miradas, las palabras, las manos de toda esa gente con la que te encontrarás estos 365 días, un año para la aventura y el misterio, para la felicidad de las pequeñas cosas, para el sosiego y la calma, para la mirada atenta y cariñosa, un año entero, enterito, para tí. Feliz 2011.

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