viernes, 12 de noviembre de 2010

Inseparables

LLegas a esta vida con una pareja de baile, lo quieras o no, no te dejan elegir. Quizá sea alto para tí, quizá demasiado bajo. Quizá te pise continuamente o te pellizque para que pierdas el paso cuando nadie mira. Quizá es alguien que está siempre asustado y lloroso y no sabes qué hacer con él. Quizá, pero esto es raro, te sonríe siempre y vives una maravillosa historia de amor perpetua y eterna, capaz de sobrevivir a los peores contratiempos.

LLegas a esta vida con alguien pegado a tí, te guste o no, lo quieras o no. Con un color de ojos que tu no pediste, con una cara quizá hermosa, quizá desagradable. Con unos gestos, unas miradas, unas palabras que puede que te guste que fueran otras. Tiene un cuerpo determinado que no suele agradarte del todo, del que siempre cambiarías algo, con unos cuantos defectos con los que te tocará apechugar.

Juzgamos a nuestra pareja de baile con dureza normalmente, con la frialdad y el desapasionamiento que da la confianza extrema. Le decimos cosas terribles que nunca le diríamos a nadie más, a menudo le tratamos como a nuestro enemigo porque nos hizo perder el paso, porque no nos siguió, porque no nos gusta cómo se mueve, cómo habla o lo que dice.

Lo enfrentamos a nuestra mirada implacable para soltarle a la cara que envejece, que está feo, que tiene unos michelines enormes o unas orejas ridículas. O puede que le digamos que nunca llegará a nada, que es un fracasado, que no se comporta como debe. Le llamaremos mezquino, o estúpido, o absurdo, o idiota con total impunidad porque sabemos que no va a respondernos más que con dolor o con miedo.

Llegamos a esta vida con una pareja de baile previamente asignada y , absurdamente, no suele ser la que hubiéramos elegido libremente, siempre querríamos a alguien más guapo, más joven, más perfecto, de mejor sonrisa, siempre ocurrente y rápido en la réplica, defensor y valiente, soñador, pragmático, divertido y profundo, un faro en lo alto del mundo.

Llegamos a esta vida para acompañarnos a nosotros mismos eternamente, nos gustemos o no, nos queramos o no.

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