viernes, 26 de noviembre de 2010

Surfear la ola

Abres la ventana y aparece un paisaje que no te esperabas, y como no es el que esperabas, para el que estabas preparado, no te gusta. Y entonces empiezan los problemas. Porque a menudo los problemas vienen porque no nos gusta lo que vemos, lo que hay. Preferiríamos que las cosas fueran diferentes, quisiéramos cambiarlas a nuestra conveniencia, para nuestra comodidad. Cuando aparece algo, alguien, que no nos gusta, nuestra loca máquina de pensar comienza a fabricar descontroladamente montones de imágenes: sobre lo que no nos gusta de lo que estamos viendo, sobre por qué no nos gusta, sobre por qué es injusto, o estúpido, o absurdo que no esté pasando precisamente eso. Y fabrica también miles de realidades alternativas, todas ellas preferibles a la realidad real, la que toca.

En estas realidades alternativas los cielos siempre son más azules, y el viento nunca nos despeina. En esas realidades somos más resolutivos, más altos, más justos y ecuánimes. Y mientras fantaseamos, y nos enfadamos, y luchamos y nos rebelamos, la vida pasa, se impone nos guste o no, sencillamente ES.

Hoy tuve una revelación, como cuando en medio de la lluvia un relámpago nos descubre algo cercano en lo que no nos habíamos fijado, una silueta que se recorta obvia y nítida, absolutamente clara y nueva. Hoy he descubierto que estaba utilizando una herramienta poderosa que tengo desde hace muy poco para no ser quien soy, para no estar donde estoy, para rebelarme fingiendo amoldarme. Así que he decidido usar ese nuevo poder para aprender a surfear sobre las grandes olas que a veces aparecen en el horizonte, no a domesticarlas, no a evitarlas, sino a navegar con ellas, a vivirlas, a fundirme con mi tabla en su fuerza, en su belleza, en su pavoroso poder. Es posible que me caiga, es posible que me pegue más de un golpe. Ya os diré si vale la pena.

2 comentarios:

  1. pues me encantaría que lo contaras, que contaras lo que se siente surfeando una gran ola.
    ¿te conté alguna vez lo del pez que llevan algunos pescadores en sus barcas? Quico me contó que ese pez tiene la misión de avisar del temporal. cuando no nada, cuando se queda quieto, esperando que sea el mar quien lo lleve de un lado a otro, quien lo zarandee, entonces es que viene la tormenta. y veces pienso que hay que tomar lecciones de ese pez, y dejarse llevar. pero tu imagen me gusta más. me parece que hay un reto implícito y, sobre todo, un posible placer.

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  2. Es cierto, la idea de surfear lleva implícito un reto y un posible placer, un placer que intuyo un tanto esquivo y subterraneo, de esos en los que has de fijarte bien para poder apreciarlos en lo que valen. Sin embargo me gusta eso que comentas del pez. Debe ser muy tranquilizador saber cuándo has de luchar o poner de tu parte y cuando has de limitarte a dejarte zarandear sin planificar nada, sin intentar dirigir tus pasos. O sea, que ojalá tuviéramos un disfraz de pez en el armario para cuando fuera menester!

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