martes, 23 de noviembre de 2010

Manga por hombro

Me parece que se me han descolocado todas las palabras, se han salido de su sitio. Quizá un salto, un tropezón, una carrera intempestiva han provocado que se caigan de sus estantes, de su lugar en mi cabeza, y que ahora pululen por todo mi cuerpo dando la lata.

Tengo, por ejemplo, muchas palabras acumuladas en los pies, cosa normal, la gravedad manda, pero curiosamente casi todas son palabras de movimiento, sobre todo las que se amontonan en la planta del pie derecho y en la punta de los dedos del mismo lado. Palabras como "correr", "saltar", "retorcer", "desasosiego", "hormigueo", aunque si rebusco bien también hay otras mas normalitas como "camino", "dirección", "desconcierto"...

En mis manos se han quedado enganchadas otras palabras algo diferentes que tienen que ver más con el verbo "hacer", palabras como "teclado", "pulsación", "idea", "tarea", "pendiente" (estas dos es que suelen ir juntas siempre!), "hilo", "fabricar", "laborioso" y cosas así.

Pero donde deberían estar, es decir, en mi cabeza, organizándose en algo genial (ya que me pongo...), no encuentro apenas más que alguna palabra del estilo "vacío", "viento", "desolación", "desierto", o frases hechas, de esas que venden ya hilvanadas, del estilo de "¿hay alguien ahí?", e incluso algún sonido apagado, como los grillos en las noches de verano.

Si me diera por analizar se me ocurre que quizá tengo un problema porque mi cuerpo, con este desorden repentino, no sabe ponerse de acuerdo consigo mismo, y es muy tarde como para montar una asamblea!. O sea que debería dejar que mis pies corrieran como locos, o se pusieran a bailar par desatascar las serpientillas que tanta palabra les ha dejado en las articulaciones. Pero mis manos quieren estar aquí, donde están, tecleando aunque no sepan muy bien qué. Y en cuanto a mi cabeza resulta claro que lo que quiere es desconectar, dejarse caer sobre cualquier almohada y entrar en encefalograma plano.

¿Y mi corazón? Pues asustado, como siempre, y más tan cerca de coger un avión. O sea que sí, que quizá ha sido el susto el que ha provocado este desastre. Porca miseria.

2 comentarios:

  1. No hay tanto desorden como dices, las palabras han caído en el sitio que debían: en los pies para correr y bailar, en las manos para teclear hermosas palabras llenas de sentimientos y en tu cabeza para, por fin, desconectar y descansar...
    Y tu corazón, palpitará fuerte y rápido al montar en ese avión, pero se sentira orgulloso cuando vuelvas a poner los pies en tierra firme. Un blog muy bonito.

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  2. Seguramente tienes razón, lo que ocurre es que normalmente todos llevamos una idea preconcebida de cómo deberían ser las cosas, dónde deberían colocarse, y cuando no sucede como pretendemos creemos que hay desorden, no nos dejamos mirar la realidad. Así que quizá tuve suerte y todo fue a parar a donde debía! Y gracias, me gusta que te guste lo que escribo.

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