martes, 7 de diciembre de 2010

Volver para quedarme

Me he pasado la vida corriendo, estoy acostumbrada a correr delante mío, lo suficientemente lejos como para poder huir del gatito negro de ojos verdes que se aferra a mi pecho con sus uñas profundas y afiladas, lo suficientemente cerca como para pasar desapercibida frente al mundo, como para parecer entera y de un bloque.

Nunca quise estar aquí, aprendí muy deprisa que mi paisaje no era un hermoso lugar, que provocaba rechazos, que la gente se marchaba ante tanto viento huracanado, tanta lluvia intempestiva, tanto grito, tanto miedo. He pasado el tiempo intentado plantar flores entre las piedras, haciendo esfuerzos sobrehumanos para deshacer las nubes, mitigar los rayos hirientes del sol, esquivar granizos, aplanar montañas, bordar caminos. He intentado construir casitas, hacer crecer los árboles, volver otro el horizonte, pero nunca se me ocurrió sentarme a mirar, simplemente mirar lo que tengo.

Y es cierto que hay viento y es molesto, y hay piedras por todas partes, y rayos impresionantes que te cortan el habla, y es difícil permanecer peinado en este sitio. Pero también hay planicies inmensas y majestuosas, y extraños cactos de belleza sutil, y puedes tumbarte al sol cuando hace bueno y dejarte acariciar por su calor y por su fuerza. Y hay belleza en cómo el viento lo zarandea todo intentando volver otro el mundo. Y cada relámpago pinta de extrañas aristas la vida que conozco, y crea sombras de la nada, y me permite vislumbrar lo deconocido por un segundo infinito.

Estoy my asustada, es cierto, hay en este lugar una fuerza descomunal que me intimida, todo es extremo y movedizo, pero he decidido quedarme a descubrirlo. Voy a intentar parar de correr, voy a intentar sentarme en el centro a observar, voy a quedarme conmigo a lo que venga, sin condiciones, sin cambiar nada de lo que veo, de lo que tengo. Voy a sentarme a esperar hasta que me vea llegar a mi misma a paso lento desde lo lejos, hasta sentarme conmigo en arena, las dos frente a frente, hasta poder mirarnos a los ojos y decirnos, simplemente, "hola".

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