martes, 22 de junio de 2010

Fuego

El mundo está lleno de fuego, fuego en todas sus variantes y versiones. Desde enormes hogueras que lo arrasan todo y a todos, enormes fuegos que se encienden de repente ayudados por vendedores de palabras y de ideales, por gente adoradora del fuego que cree que conseguirá algo con la hecatombe que conlleva, y lo envuelven todo en llamas, la vida, la familia, la paz, las ciudades, la convivencia, la amistad,el amor... hasta pequeños, diminutos carbones encendidos en nuestro pechos, ocultos, quemando muestra paz, nuestro sosiego, lanzándonos al aire de lo imposible, al vacío ese que sólo es individual, a ese lugar que nadie entiende salvo cada uno de nosotros.

Todos llevamos pequeñas hogueras escondidas en nosotros, fuegos que mantenemos convenientemente controlados, sin apagarlos nunca del todo porque sabemos que extinguirlo tiene que ver con morirnos. Carbones enterrados profundamente en nuestro cuerpo que a menudo parecen apagados, casi olvidados por nosotros. Todos sabemos de esos huecos internos y oscuros que llevamos dentro, caminos extraños y dolorosos que nunca mostramos, de los que nunca hablamos porque tenemos miedo de convertirlos en altísimas llamas si los exponemos a la luz y al aire. O peor, que se vuelvan triviales por repetidos, patéticos, risibles.La oscuridad a veces salva.

Nunca sé que hacer cuando me vuelvo plenamente consciente de estos pozos dentro mío, estos túneles profundos que surgen de mi cuerpo y se abren como precipicios debajo de mí y que suelen mostrárseme sobre todo en el paso de la vigilia al sueño, haciendo que me entren ganas de agarrarme al borde de la cama para no caer dentro..pero me contengo porque soy adulta y sé que la caída no es real, no es mi cuerpo el que cae, es otra cosa, aunque no sepa explicarlo bien.

A veces, de esos caminos oscuros surge un carbón encendido, brillante, hermoso en sus naranjas y amarillos fulgurantes, en su peligro, en su promesa de llevar dentro toda una hoguera, una hoguera que podría arrasarlo todo, convertirlo todo en cenizas, todo lo conseguido hasta ahora,todo lo que tengo, ¿lo que soy?. Llevar un carbón encendido en el pecho no es fácil porque duele, quema, y porque nadie lo ve. Sería sencillo si se pudiera mostrar, no habría que dar explicaciones, todo el mundo entendería porque todos hemos llevado uno alguna vez. Pero no se ven así que hay que disimular la quemazón, la prevención, el miedo, el deseo escondido de que se vuelva salvaje y realmente lo abrase todo. Hay que seguir siendo sensato y adulto y responsable, tengas lo que tengas enganchado en el pecho. Hay que seguir trabajando, hay que seguir protegiendo a los tuyos, hay que seguir sonriendo a los niños, hay, en definitiva, que volverse un héroe.

¿Sabéis qué? He decidido comprarles trajes de amianto a los míos y para mí, una buena espada, una cuerda y una clara determinación: he decidido explorar el fuego. Deseadme suerte porque la voy a necesitar.

2 comentarios:

  1. "...a veces duele más de lo que podemos soportar. Si pudiéramos vivir sin pasión tal vez encontraríamos algo de paz, pero estaríamos vacíos. Habitaciones vacías, destartaladas y húmedas. Sin pasión estaríamos realmente muertos"

    De una serie, como no.

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