martes, 8 de junio de 2010

Respirando la emoción.

Me siento fatal, tengo unas enormes ganas de vomitar, en parte porque me ha sentado mal la comida (¿puede sentar mal un pescado a la plancha? Parece que sí) y en parte porque me he metido un empacho de serie brutal. ¿Sabéis cómo lo hago? No, no sólo busco en internet la serie que quiero ver, selecciono el capítulo y ya. A lo que me dedico últimamente es a volver a ver fragmentos seleccionados de una serie (no voy a decir cual, no es relevante y me da vergüenza), esos momentos que me hacen volar de verdad. Pero, quizá por mi profesión, me gusta ver la cosas en versión original. Hasta aquí es fácil si no fuera porque no todos los capítulos están subtitulados, y yo no sé inglés. Así que en una ventana abro el capítulo en español y en otra en inglés, selecciono el fragmento y lo veo a trocitos pequeños primero en la lengua que entiendo y después en la que no. Al rato megavideo me limita y tengo que parar (ya, ya sé que hay un modo para que esto no ocurra pero es una manera burda que tengo de autolimitarme mínimamente), hasta el próximo rato en que me vuelva a liar.

¿Y para qué todo este lío? Pues para volar más y mejor*. Tengo comprobado que ante un actor hablando en su lengua y uno doblado no hay color. Y no lo hay porque la emoción, sea la que sea, se respira. Una de las cosas que caracteriza a un buen actor es esta respiración, el modo como respira las frases, las pausas que hace, el que consiga o no que lo que pasa en su cuerpo, en su corazón, se escuche en su voz. Cada emoción tiene su propia respiración, su propio movimiento y eso es lo que intenta imitar un doblador. Pero un doblador está sujeto a muchas limitaciones: está parado ante la pantalla y no puede moverse porque tiene que fijarse mucho, ha de adaptar sus palabras, su modo de decir, a la boca del actor doblado. Reconozco que en este país hay muy buenos dobladores pero no es lo mismo, lo que sientes al ver una emoción respirada y otra imitada es muy diferente, os lo dice una experta!

Si quisiera encontrarle algo bueno a esto de perder horas en este patético ejercicio al que me vengo dedicando os diría que he aprendido algunas palabras en inglés, he desarrollado mucho el oído para esta lengua y se algunas expresiones coloquiales que antes no conocía. También he descubierto la cantidad de información que enviamos en nuestras voces sin saberlo, información que va mucho más allá de las palabras que decimos: intenciones, emociones, lo que queremos y lo que no queremos enseñar,etc.

INTERMEDIO
De algún modo escribir en un blog (creo que no es igual con la buena literatura) como yo lo hago es una especie de doblaje de mi propia voz porque no podéis oír mis vacilaciones ante lo que quiero o no decir, ni mis certezas, ni el tono de mi voz cuando miento...si es que lo estoy haciendo!
FIN DEL INTERMEDIO

Pero el resultado final es este, que por mucho inglés que pueda estar aprendiendo me siento mal físicamente, de lo que tengo ganas es de irme a dormir para que se me pase esta melopea pero la realidad (suspiro) la realidad se impone, no es hora de dormir, hay otras cosas que hacer y otros pequeños infiernos (¿se les podrá llamar infiernillos?) que pasar. Y habrá que pasarlos a pelo!

Besos, mis anónimos lectores.
* ¿A qué refiero con volar? Mirad la entrada de mayo que se llama enamorados del dolor.

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